Las gentes de Tulkarem



El día 5 de agosto nuestro grupo de seis se dividió en dos, nos despedimos y emprendimos nuestra nueva aventura. Nuria, Alfons y yo cogimos un taxi colectivo en dirección a Tulkarem, donde nos esperaba Alaa, el ingeniero agrónomo responsable del proyecto allí. Alaa con su enorme sonrisa y su amable mirada nos recogió en la estación y nos acompañó al sindicato donde conocimos a Mohammad Blady. Mohammad es un señor de mirada y gestos afectuosos, voz suave y ojos profundos que esconden una vida llena de esfuerzo y resistencia.

Con un café de bienvenida típico palestino nos sentamos con Mohammad que nos explicó como funciona el sindicato. Ya os hablé en otro post de la situación del paso de trabajadores hacia las empresas israelíes. Pues eso sólo es uno de los cientos de problemas que tienen los trabajadores palestinos. Imaginaos, si en cualquier país “democrático y libre” como el nuestro, el trabajador suele ver lesionados sus derechos, como es en un lugar en donde el palestino empleado por un israelí sólo tiene como arma de defensa acudir  a un tribunal israelí. Porque en Palestina no existen tribunales del trabajo y además no tienen autoridad para juzgar casos en que el empleador sea israelí.

Foto by Nuria M.
Mohammad nos explicaba con entusiasmo como habían apoyado desde su sindicato a los trabajadores palestinos de una empresa israelí que estuvieron seis meses en huelga. Los ayudaron económica y jurídicamente y consiguieron que les escucharan. Embelesada delante de aquel buen hombre de aspecto tranquilo y bonachón, que cuando hablaba desprendía una energía que te atraía, me acordé de algún buen sindicalista que he conocido aquí en nuestro país, de los que creen en la verdadera labor de los sindicatos y en la defensa de los derechos de los trabajadores.                           

Mientras estábamos en el despacho no dejaba de entrar y salir gente, no paraba de sonar el teléfono, bueno, los teléfonos, porque si una cosa tienen en común mujeres y hombres activistas que hemos conocido es que no se desprenden de sus teléfonos y que atienden las llamadas en cualquier situación, a cualquier hora del día y de la noche.

Los días que estuvimos en Tulkarem, Mohammad y su familia nos recibieron con los brazos abiertos, nos ofrecieron su casa y nos acompañaron en todo momento. Hanan, la esposa de Mohammad es responsable de la Asociación de Mujeres Palestinas en Tulkarem. También estuvimos con ella y nos contó el trabajo que hacen en la asociación para intentar mejorar la situación de la mujer. Ser mujer no es fácil en casi ningún país del mundo y allí las mujeres sufren los mismos problemas que en otros lugares, pero con el agravante de vivir en un territorio ocupado. El tema principal en el que trabajan en este momento es la violencia contra la mujer. Podéis leer una entrada que escribí sobre un encuentro en el que participamos en un pueblo cercano a Tulkarem en el que se trataba este tema.

Foto by Nuria M.

A la mañana siguiente fuimos a Kafr Alabad (Tulkarem), acompañados por la imborrable sonrisa de Alaa, siempre dispuesto a ayudarnos y a explicarnos todos los pormenores del proyecto que en esta zona, incluye la construcción de invernaderos y de un tanque para el agua y algunos sistemas de cultivo ecológico.

En las granjas nos encontramos también con Abd Nasser, Rafat y Suheil de PFU Tulkarem. Nos explicaron con todo lujo de detalles como funciona allí la agricultura y las dificultades añadidas que les proporciona la ocupación israelí. El problema más importante es el agua. Como ya os conté, en Palestina el control de los recursos está en manos de Israel. El consumo de agua está limitado para los palestinos y esto es un gran problema para la agricultura, teniendo en cuenta que llueve una media de 45 días al año.



Foto by Alaa Taha
    Allí visitamos un pozo que fue construido en los años 60, Abdenasser nos mostró la bomba con la que extraen unos 60 litros de agua por hora a una profundidad de 170 metros. Prohibido extraer más litros y prohibido profundizar más metros. Mi ignorancia me llevó a preguntar cómo controla Israel el agua que extraen. “Pues viene un funcionario acompañado del ejercito y miran los contadores”. ¿Y si te pasas de los litros? pues se te los descuentan del año siguiente. Israel considera que el consumo medio de agua por persona en Palestina es de 135 litros, la OMS considera que es de 150 litros. Los israelíes tienen un consumo medio por persona y día de entre 300 y 350 litros. En otra entrada, os daré datos sobre el gran problema del agua en Palestina. Ahora quiero centrarme en hablaros de las gentes de Tulkarem y como gracias a ellas descubrí en la agricultura y en las cooperativas una gran herramienta de la resistencia palestina.

Foto by Alaa Taha
    Ya con el grupo al completo y mientras visitábamos a una familia a la que han robado sus tierras para construir un asentamiento, Rafat con su movimiento corporal y sus palabras llenas de significado nos contaba como trabajan en PFU y en otras organizaciones para ayudar a los agricultores a poder cultivar sus tierras, pero no solo eso, sino que les ayudan en los procesos para poder recuperar los terrenos expropiados a la fuerza por Israel. Están con ellos, les acompañan, median con las autoridades y hacen todo lo necesario para luchar por la dignidad de aquellas personas. No tardé mucho en comprender que aquellos que nos acompañaban eran conocidos allí donde iban, personas con una entidad, líderes de su comunidad que tienen como objetivo conseguir para los suyos una vida digna y libre en Palestina. Estar al lado de aquellas personas y poder aprender de ellas ha sido una oportunidad única en mi vida, algo por lo que me siento completamente afortunada.


Foto by Alaa Taha
    El proyecto de ACP y PFU en Tulkarem va más allá de los campos de cultivo, tiene una fase que se desarrolla en la propia cooperativa, donde se fabrican conservas para vender en el mercado local y supermercados y por qué no exportar a otros países. La cooperativa de Kafr Alabad fue nuestra siguiente parada. Allí nos encontramos con algunas mujeres que trabajan en estas conservas. Ellas nos explicaron qué significa para la mujer palestina poder trabajar y llevar algo de dinero a casa. Habían preparado una estupenda comida y nos invitaron a compartirla con la generosidad que caracteriza al pueblo palestino. La verdad es que recuerdo aquellos días en Tulkarem con un cariño especial. Llevaba allí unas horas y ya sentía que aquello era un hogar y que yo ya era como de la familia. Mohammad, Hanan, Rafat, Suheil, Abdenasser, Alaa, Raja, Nawal y todas y todos los que compartieron su tiempo conmigo, son mi familia de Tulkarem.

En aquel lugar conocí a muchísima gente interesante, pero sin tiempo para hablar con todos ellos. Me quedé con las ganas de volver y entrevistar durante horas a cada persona. Porque todos tienen una vida interesante a la vez que dura. En cualquier conversación que tenía con ellos hablaban de la 1ª Intifada, la 2ª Intifada, la prisión, las torturas, las agresiones, el robo de sus tierras, la presión de la ocupación, la angustia de ver como tu tierra es dividida y se desvanece, como los jóvenes no tienen futuro, como algunos desean marcharse de aquel infierno. Escucharlos me producía impotencia y rabia, pero sus palabras estaban siempre llenas de una fuerza y esperanza que se contagiaba y hacía creer que es posible vivir en paz y en libertad.


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