Jericó y el Valle del Jordán اريحة والأغوار

Hoy buscando unas fotos de Palestina me encontré con algunas de las que hicimos en Jericó. Nuestra visita allí fue breve pero intensa, como no puede ser de otra manera en Palestina. Desde Ramallah a Jericó viajamos en autobús, aunque también hay taxis colectivos, todos ellos cómodos y seguros. En la estación nos recogió Adel que nos acompañó a visitar los proyectos de PFU allí. La primera parada fue el propio valle del Jordán, junto a la frontera con Jordania controlada, como no, por Israel a pesar de estar en suelo Palestino.

Aquel valle es un gran desierto, lo que sorprende es que cuando alejas la vista ves palmerales verdes y piensas qué bonito... sí, hasta que descubres que esos palmerales están dentro de asentamientos. Es decir, que hasta las tierras desiertas son robadas a los palestinos para llevar hasta allí el agua que haga falta (también robada, evidentemente) y montar un "oasis" muy productivo.
Valle del Jordán, Jericó. Palestina. Al fondo Jordania

Valle del Jordán, palmeral de asentamiento ilegal israelí y al fondo Jordania
El terreno en el que nos encontrábamos pertenece a un campesino palestino que ha tenido el acceso a su tierra prohibido durante años, con la excusa de que se encuentra en una zona militar o de seguridad, cerca de la frontera. Lo más curioso, si cabe, es que los asentamientos están aún más cerca de esa frontera.
Después de mucho pleitear y con la ayuda internacional, aquel palestino consiguió permiso para cultivar su tierra, eso sí, a partir de las 5 de la tarde tiene prohibido pisar su propio terreno. La siguiente lucha fue el agua, porque no le daban permiso para hacerla llegar hasta allí. Finalmente, consiguió traer el agua desde bastante lejos hasta su terreno. La cooperación internacional le ayudó a restaurar las aljibes para poder almacenarla.



El paisaje alrededor es bastante desolador, ya que los propietarios del resto de terrenos no han tenido tanta suerte y siguen sin poder acceder a ellos, cercados cada vez más por asentamientos ilegales israelís protegidos por el ejército.

La ciudad de Jericó es la más calurosa de las que visitamos este verano, por lo que el problema del agua que ya habíamos visto en otros lugares, allí se acentúa por el clima. El presidente de la PFU nos explicó los problemas que tienen los agricultores y una de las frases que siempre recordaré fue: "los derechos de los agricultores en palestina son como los de las mujeres y niños, no existen". Frase dura, sí, como el día a día de aquella gente que lucha por sobrevivir sin ser arrollado por la brutal colonización y que lo único que pide es que la comunidad internacional no mire hacia otro lado.

Cerca de la ciudad se encuentra el puente Allenbey, que es una de las fronteras por donde los palestinos pueden cruzar a Jordania, controlada, como no, por Israel. Llegar allí, también es una aventura, ya que un taxista palestino no puede entrar en la zona de la frontera, porque se considera territorio israelí. Así, el taxista te deja en una estación de autobús, donde pasas al lado israelí. Allí pagas unas tasas y evidentemente pasas controles y coges otro autobús que te lleva a la frontera con Jordania, donde la entrada depende de las autoridades de aquel país al cual para entrar se necesita visado. Si a mi aquello me pareció bastante odisea... me imagino lo que tiene que ser para un palestino con familia en Jordania y que tiene la "suerte" de poder ir a visitarlos, eso es un verdadero calvario, que los palestinos se toman como todo en esta vida con su eterna sonrisa.


A pocos kilómetros de Jericó tenemos el Mar muerto. Os recomendaría visitarlo si no fuera porque la explotación de aquella zona es exclusiva para empresas israelíes, por lo que el dinero que pagas para pode acceder a la playa y lo demás va directamente a las arcas del estado israelí y de allí a la ocupación ilegal de Palestina. Nosotros fuimos ignorantes hasta que llegamos al sitio y nos encontramos aquel panorama. Aquel rato me hizo sentir fatal, porque sentí que contribuía directamente a aquel apartheid. Además, yo que ya había estado en el lado jordano del Mar Muerto, y que me había enamorado de aquel lugar, de agua transparente y arena limpia, encontré la zona israelí bastante miserable. El agua era turbia, la arena estaba sucia, el sitio era caro, el ambiente no me gustó. Fue una experiencia nada recomendable, sinceramente. Espero que algún día aquella playa vuelva a ser de los palestinos y estoy segura de que entonces recuperará su belleza y su encanto.

La visita a Jericó me dejó un sabor salado en los labios y amargo en el corazón.

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