Hashem Azzeh . Hebrón. Palestina.


Hoy he recibido la triste noticia de la muerte de Hashem, palestino de 54 años, padre de familia, un héroe de los miles de héroes que hay en Palestina, que resisten pacíficamente a la ocupación israelí.

Conocí a Hashem y a su familia este verano cuando mis compañeros de brigada y yo visitamos Hebrón junto a Salah y Federica. La situación en Hebrón, como en Jerusalén, es de extrema ocupación. Dentro de la propia ciudad palestina, hay calles cortadas al paso de sus propios ciudadanos, de los dueños de las casas que allí están ocupadas por colonos israelíes.

Los dueños de las casas han sido expulsados de éstas, o bien violentamente, o bien fueron ocupadas mientras ellos no estaban



Paseando por las calles permitidas de Hebrón, encontramos muchísimos check-points por donde los palestinos deben pasar cada día y aguantar humillaciones y malos tratos.

El paisaje es desolador, calles casi desiertas, transitadas por algunos palestinos y por muchos militares armados hasta los dientes.

Comercios cerrados, viviendas tapiadas. Barreras de piedra. Hostilidad. Desconfianza. Tristeza.


Llegamos a un lugar en donde unos bloques de hormigón cortaban el paso a los vehículos, sólo se podía pasar caminando, por la calle circulaban vehículos con matrícula israelí que venían de los asentamientos y salían por otra calle, en los vehículos había colonos que al pasar por nuestro lado nos insultaban y se burlaban de los palestinos con total normalidad.




Después de los bloques de hormigón cruzamos un check point y allí nos esperaba Hashem, un señor, alto, elegante, con una sonrisa de oreja a oreja y que, con un perfecto inglés nos dio la bienvenida y allí mismo, al lado de los militares, empezó a explicarnos la situación en Hebrón. Caminamos por aquella calle tenebrosa, llena de puertas tapiadas con pintadas racistas contra los árabes. Llegamos hasta una escalera y subimos, para poder ver desde lo alto toda aquella zona colonizada. Un grupo de militares nos vigilaba atentamente desde abajo.



Luego, siguiendo a Hashem subimos hacia donde se encontraba su casa.

Más calles semi desiertas,
                                    puertas cerradas,
                                                               sueños abandonados.

Entonces, nos encontramos con la entrada de un asentamiento flanqueada por militares. Edificios construidos literalmente encima de la casa de Hashem. Nos explica su historia.

Cuando construyeron el asentamiento tapiaron la entrada de su casa, y durante más de tres años tuvo que entrar por abajo, entre los campos.

Gracias a su eterna paciencia, su perseverancia y la ayuda de cooperación internacional consiguió que le permitieran abrir un pequeño paso por la valla.






Por allí entramos, siguiendo sus pasos, entre viñas envenenadas por los colonos, entre basura lanzada desde arriba por los mismos. 

Mientras lo escuchábamos bajo las viñas, veíamos que justo encima de nosotros vigilaban los militares que protegen fervientemente a esos colonos para que puedan cumplir su objetivo: expulsar de allí a los palestinos.

Hashem nos explicó como, desde la valla superior, los colonos les lanzan basura, veneno para matar sus plantas y cultivos. Les cortan el suministro de agua y luz. Les tiran piedras.

No pudimos evitar emocionarnos al escuchar como nos contó las dos veces que apalearon a su mujer embarazada, en ambos casos perdió al bebé.

Su hermano y su familia también viven allí, también sufrieron lo mismo.








Nos habíamos sentado a escucharlo ante una puerta blanca. Y estas señales? pues esto son marcas de disparos en la puerta y también hay en la pared... Por favor pasad a dentro, bienvenidos.

Entramos en su hogar, su esposa nos recibió también con una sonrisa y un bienvenidos, sus hijos corrían tímidos alrededor. Nos invitaron a té, como no. Y nos sentamos de nuevo a escucharlo. Nos enseñó vídeos de ataques de colonos, incluso en presencia de internacionales. Nos contó como lleva años resistiendo pacíficamente. Pidiendo ayuda a la comunidad internacional.

Esta es nuestra casa, no nos vamos a ir, voy a estar aquí, les guste o no a los israelíes.

Esta es la frase que me quedó grabada para siempre en la mente y esa fuerza y esa sonrisa, siempre, siempre, estarán en mi corazón.

Esperaba volver a visitarlo en un futuro viaje, que nos explicara que todo iba mejor, que lo estábamos consiguiendo. Pero desgraciadamente, hoy nuestro amigo ha muerto a manos de los israelíes. Él ya no estará en mi próximo viaje, pero espero poder visitar a su familia y que me den buenas noticias. Esta barbarie debe acabar. No podemos mirar hacia otro lado, ya está bien. Si no hacemos nada, somos cómplices de Israel y de la muerte de miles de personas, hombres, mujeres y niños. Héroes, como Hashem, que luchan pacíficamente porque les dejen vivir en paz.

Hashem Azzeh y su esposa en Hebrón.2015

Por la fuerza con la que luchaba Hashem, por su sonrisa y la de su familia. Por su hospitalidad, por su valentía.


Por la memoria de Hashem y por todos los palestinos que mueren y sufren cada día bajo la ocupación israelí. 


Infórmate, comparte la información, sé responsable con lo que compras y a quién votas. Pon tu granito de arena. No podemos dejarlos solos más tiempo. Debemos actuar.







Comentarios