3 de septiembre. Jet lag emocional



Llevo en casa casi una semana. Reencontrándome con la familia, los amigos, con mi casa, con mis cosas. Una semana sin poder dejar de pensar en Palestina ni un solo segundo, pero con un bloqueo mental que no me permite escribir. Hay días que quiero hablar, pero no sé por donde empezar.

Tengo cantidad de información en la cabeza, imágenes, frases. Pero están confusas. Me arrepiento de no haberlo grabado todo, apuntado todo. Pero eran tantas cosas, tantas emociones. Necesito poner orden, empezar desde el principio o desde el final, pero empezar.

A esto que me pasa, mi amiga Nuria lo llama jet lag emocional. Estás como desubicada y tu mente y tu corazón están ocupados día y noche, quieres adaptarte a tu vida diaria, normalizar, pero no del todo. Quieres seguir, pero en todo momento piensas que debes hacer algo más. Quieres escuchar a tu familia a tus amigos, que te cuenten su verano, pero estas pensando en que deben saber lo que has visto, oído, sentido. Quieres escribir, pero no sabes como. Quieres estar aquí y allí.

Por si fuera poco, estos días, según la prensa, vivimos en Europa una "crisis de refugiados" que está presente en todos los telediarios, periódicos, en internet. A todas horas se habla de los miles y miles de refugiados, en su  mayoría sirios que huyen de la guerra hacia Europa. Y la gente se echa las manos a la cabeza y dice que tenemos que hacer algo. Por supuesto!! ya era hora de que despertáramos. En Siria están en guerra desde 2011, y los países limítrofes ya no tienen capacidad para acoger refugiados. Jordania, por ejemplo, receptora de refugiados desde 1948 con Palestina, está saturada, no tiene recursos ni medios para gestionar a tantas personas. El resto de países con sus propios conflictos y problemas están igual.

Las personas que huyen de Palestina desde 1948 están por todo el mundo, en algunos casos viviendo en campos de refugiados en el propio territorio palestino, desde hace tantos años! "Imagínate que los terrenos habilitados para campos de refugiados fueron arrendados por 99 años" nos comentaba una compañera de una asociación. Esto quiere decir que desde el principio se sabe que cuando existe un conflicto las personas que huyen de él seguramente no podrán volver a sus casas. Ser refugiado, desgraciadamente no es algo temporal, se convierte en una forma de vida para ti y para las próximas generaciones.

Por eso, debemos reflexionar sobre la manera de resolver esta "crisis". No tenemos una "crisis de refugiados" tenemos un gran problema y no son los refugiados. El problema es que las grandes potencias que viven del comercio de armas y que desean tener el poder de los recursos energéticos del planeta invaden y ocupan territorios. Inician guerras con el "objetivo de salvar a la población de un tirano" y lo que hacen es masacrar civiles y dejar al resto en manos de otros tiranos. Nos dijo nuestro amigo Abbas en Palestina "en Iraq para acabar con un dictador mataron a un millón de personas, aquí tenemos un millón de dictadores y nadie hace nada". 

Como ciudadanos debemos ser solidarios y ayudar en lo que podamos, pero está claro que nuestra responsabilidad llega más allá, debemos exigir a nuestros países que actúen. Que no apoyen las guerras y que intervengan para que las ya iniciadas acaben. Siria necesita que la guerra termine y la población pueda volver a sus casas, reconstruir su país y vivir en paz. Debemos evitar que las personas que huyen de cualquier país en conflicto se conviertan en eternos refugiados, sin patria, sin hogar, sin identidad.
 Los niños de Susiya juegan bajo la amenaza de una orden de derribo, en el campamento donde viven desde que su pueblo fue expulsado de sus tierras por Israel.

Reflexionando sobre lo que he escrito, me he dado cuenta de que no he mencionado algo importantísimo. España es receptora de inmigrantes desde hace años. Muchos de esos inmigrantes salen de su país para buscar una vida mejor, pero muchos también vienen huyendo de conflictos, de países en donde son perseguidos por sus ideas políticas, por su etnia o religión. También es responsabilidad de  Europa y del resto de la comunidad internacional hacer que se acaben esas situaciones, provocadas mayoritariamente por la propia comunidad internacional en aquellos momentos en que decidieron repartirse África sobre una mesa y no les importó dividir pueblos y familias.

Mires donde mires, el mundo está dividido, resquebrajado, está roto por la codicia de unos pocos y la impasividad de muchos. Debemos actuar.

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